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Narrativa Nearshoring: El Caso de los Parques Industriales

No me malentiendan. Estoy convencido de la lógica económica detrás de la relocalización de las cadenas productivas globales como respuesta a un rebalanceo de hegemonías regionales y los aprendizajes ante los significativos choques de oferta que el mundo ha sufrido en los últimos tres años. En este contexto se ubica la narrativa nearshoring, que ha ocupado la atención de cámaras industriales, prensa especializada y analistas de manera creciente durante esos mismos años.

En el caso de México, quizás el matiz más importante radica en identificar el tiempo en que se debe conjugar el nearshoring: ¿Pasado, presente o futuro? Se habla de significativos beneficios derivados del fenómeno nearshoring, sin que tales beneficios sean todavía evidentes en los grandes agregados macroeconómicos. No obstante, parte del entusiasmo parece emanar de la narrativa misma, apoyada en un puñado de referencias sueltas o anécdotas.

Una de esas referencias, quizás una de las más utilizadas, es la que subraya el dato más reciente de ocupación en parques industriales como una prueba de la creciente demanda por espacios ligada a un fenómeno de nearshoring. La primera es una referencia estática (ocupación), la segunda es un fenómeno dinámico (creciente demanda). Por lo pronto, y a falta de algún complemento, a esas dos ideas las une un frenesí narrativo. Desarrollemos un poco.

El dato en cuestión es 97.9% de nivel de ocupación de parques industriales en México. Dicho dato tiene como origen a la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados y corresponde al cierre del año 2022.

Por sí solo, dicho dato aislado podría tener al menos dos interpretaciones. La primera, y la más popular, la cifra nos habla del enorme y creciente demanda por espacios industriales por parte de industrias que han optado por mover sus operaciones hacia México. La segunda, con la que juego a ser abogado del diablo, propondría que la alta ocupación de los parques industriales a nivel nacional nos habla de una restricción en materia de infraestructura, lo que hablaría de uno de los principales retos estructurales para que México aproveche el fenómeno de reubicación de cadenas productivas a nivel global.

La mejor forma de discriminar entre dichas hipótesis sería conocer el comportamiento de dicha ocupación en el tiempo, así como de comportamiento del inventario pues una cosa es la dinámica de ocupación sobre una base fija y otra la que considera el caso donde la capacidad o espacios se encuentran expandiéndose en el tiempo.

Los datos están segmentados y con corta historia, basado en mi búsqueda. No obstante, la historia reciente parecería sugerir que todas las variables se encuentran en movimiento. Por un lado, se sabe que la citada ocupación del 98% de los espacios industriales al cierre del 2022, tuvo como precedente otro amplio porcentaje de ocupación en el año anterior (96%).

De nuevo, la evidencia esta segmentada y es insuficiente, pero parecería sugerir que la demanda por los espacios es lo suficientemente robusta como para absorber los incrementos en espacios -y los pre-arrendamientos existentes, con cifras disponibles a nivel ciudad (CBRE), aportan evidencia de un interés vigente.

Entonces, ¿cuál hipótesis parece describir mejor la realidad? Desde mi punto de vista, la evidencia no parece ser del todo concluyente, pero me ubicaría en un caso intermedio. En dicho escenario el interés estaría ahí, pero no podría concluir sobre si la dinámica de absorción de espacios industriales habla mas de una demanda creciente o de una limitante en infraestructura. Parecería ser ambas.

En declaraciones publicadas por el diario El Economista el pasado 22 de agosto, el presidente de la Asociación Mexicana de Fibras Inmobiliarias (Amefibra) manifestaba que “el inventario disponible sigue comprimido por la fuerte demanda y diversas condiciones que han creado obstáculos para la construcción de proyectos especulativos”. Entre esas condiciones se encontrarían los altos costos de financiamiento, las restricciones estructurales en provisión de energía eléctrica, el alza en los precios de los terrenos y los mayores precios de los materiales de construcción.

Hay un último gran detalle. Hay un tercer ángulo que considerar. En toda esta discusión vale la pena preguntarnos si la evidencia existente es definitivamente congruente con un fenómeno de nearshoring en pleno desenvolvimiento o hay más opciones que también explicarían el interés vigente. En esto, de nuevo de manera parcial, Banco de México podría ofrecernos alguna luz.

En su más reciente reporte sobre las economías regionales (abril-junio 2023), el Banco de México retomó su ejercicio de encuesta empresarial sobre los impactos de la relocalización. En dicho ejercicio reconoció la dificultad para diferenciar si los efectos de una posible mayor demanda por relocalización pueden distinguirse de aquellos asociados a la recuperación económica tras la pandemia, la normalización de las cadenas de valor y las condiciones de demanda mundiales.

Sin poder ser tajante, dada la disponibilidad de datos parciales o segmentados, la evidencia de un alto porcentaje de ocupación de parques industriales no es suficiente para medir el empuje de demanda y la capacidad de hacerle frente. Mas aún, no creo que sea clara la identificación de las fuentes del tal interés, incluido el nearshoring. En cambio, encuentro algo de evidencia sobre los retos locales para el desarrollo de nueva infraestructura. Seguiremos pendientes del fenómeno nearshoring y sus posibles manifestaciones, mientras no sea distinguible en algún rubro de inversión extranjera directa.

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