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Consejos financieros para antes de los 30

La vida a los 20 años puede ser emocionante y estar repleta de experiencias nuevas: esto debido a que existe una innumerable cantidad de cosas que aún faltan por conocer y vivir. Sin embargo, este también es un momento crucial para hacerse cargo de las finanzas personales de manera inteligente ya que conforme pasa el tiempo, los deberes y responsabilidades que se adquieren aumentan considerablemente, así como la magnitud de sus repercusiones.

Para adelantarnos y estar preparados para estos retos, existen prácticas y buenos hábitos que se pueden adoptar desde cualquier momento y de forma cotidiana, que pueden significar un cambio importante en la salud financiera de cualquier persona.

1. Comprometerse con la educación financiera

En la actualidad existen diversos medios por los que se puede obtener una buena educación financiera. Informarse es indispensable, ya que las personas que adquieran conocimientos y habilidades básicas para administrar mejor sus recursos, incrementarán y protegerán su patrimonio de manera adecuada y responsable.

2. Definir metas financieras

Es muy difícil cumplir un objetivo cuando ni siquiera se ha trazado el camino para alcanzarlo. Uno de los primeros pasos para dar un buen manejo al dinero es tener claro lo que se quiere lograr con estos recursos. ¿Una vivienda propia? ¿Abrir un negocio? ¿Salir de vacaciones? Cada una de estas metas implica un tiempo y compromiso distintos, por lo que se debe establecer el plan a seguir y dividir estas metas en el  corto, mediano y largo plazo.

3. Diferenciar entre gastos fijos y variables

Los gastos fijos son aquellos indispensables que no se pueden dejar de lado, mientras que los gastos variables se relacionan con un estilo de vida y pueden llegar a ser prescindibles. Es importante tener clara la diferencia entre unos y otros, ya que esto evitará los llamados “gastos hormiga” y se podrá  saber en qué rubros se puede evitar gastar de manera innecesaria.

4. Ahorrar para un fondo de emergencia

Los eventos imprevistos pueden destruir cualquier plan financiero, por lo que tener un plan de contingencia es necesario para enfrentar cualquier situación no planeada. La mejor forma de prevenir estas catástrofes es contar con un fondo de emergencia, mismo que ayudará a solventar cualquier gasto que no se tenga contemplado dentro del presupuesto.

5. Planear la jubilación

Es probable que a los 20 no se piense demasiado en la jubilación, ya que apenas es el momento en que una persona comienza su vida la laboral y no se piensa como algo cercano. No obstante, esa lejanía será una aliada importante, ya que iniciar un fondo para el retiro desde una edad temprana evita que en el futuro se tengan que aportar grandes sumas para alcanzar alguna meta fijada.

6. Librarse de deudas

Muchas personas son víctimas de la cultura del endeudamiento, solicitando varios préstamos y creando déficits en su presupuesto que en muchas ocasiones, debido a los intereses, se vuelven impagables. Si bien hay ocasiones en las que es necesario adquirirlas, se pueden crear planes para abordarlas. Primeramente, se recomienda enumerarlas de menor a mayor. A partir de aquí, se puede realizar el pago mínimo de todas las deudas, excepto de la de menor valor. Esta práctica tiene un impacto significativo en las finanzas personales, ya que permite que el presupuesto se amplíe, por lo que también se incrementa la capacidad de ahorro.

7. Inversiones

Finalmente, una clave para tener una buena salud financiera es administrar los recursos de manera que estos vayan en aumento. De acuerdo con las metas y objetivos se pueden aprovechar  distintos planes y activos de inversión  que ofrece el mercado, puesto que uno de los principales beneficios de invertir es la posibilidad de generar mayores rendimientos.

Está demostrado que, con el tiempo, el mercado tiende a subir de valor, aunque los precios de las acciones individuales suban y bajen a diario, por lo que es importante que se analicen bien las opciones para asegurarse  de que una inversión será redituable.

Todas estas prácticas tendrán un impacto significativo en la vida de aquellos que decidan adoptarlas. Si bien no existe una edad obligatoria para comenzar, mientras se empiece en una edad más temprana, mayores serán las beneficios a mediano y largo plazo.

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