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Buenas razones para dejar tu tarjeta en casa

“Buenas razones para dejar tu tarjeta en casa”… vaya… no encuentro una sola buena razón por la cual dejar la tarjeta en casa. Supongo que primero tendremos que especificar de qué tipo de tarjeta estamos hablando: una tarjeta de débito, departamental, una tarjeta de crédito departamental con aceptación en otros establecimientos, de crédito (que de esas hay muchos tipos con diferentes características), o una tarjeta de servicios.

En un país donde todavía se utilizan muchos las monedas y los billetes, es necesario traer algo de efectivo o llevar la tarjeta de débito para poder hacer un retiro en sucursal, en cajero automático o comercio. Es cierto, se podría llevar solo la tarjeta de crédito, con ella también se puede retirar efectivo pero se estaría consumiendo parte de la línea de crédito y tal vez se tendría que pagar una comisión por la disposición.

Ahora, la tarjeta de tienda departamental. De entrada, esa solamente se puede usar en el comercio que la emitió. Sino planeo ir a comprar a ese lugar, mejor sí la dejo en casa, pero en la caja fuerte o en un lugar secreto.

Sigamos con una tarjeta de crédito de tienda departamental con aceptación en otros comercios. Si esa fuera mi única tarjeta, sin duda la llevaría conmigo. Uno nunca sabe cuándo necesite comprar o pagar algo, ya sea por un gusto, una necesidad o incluso una emergencia.

La tarjeta de crédito esa definitivamente no la dejaría en casa por los mismos motivos que acabo de mencionar. Si tuviera más de una, la llevaría porque luego hay descuentos y promociones que solamente aplican con ciertas tarjetas de crédito. También necesitaría conocer los planes de lealtad de cada tarjeta por si me interesan los puntos, o las millas, o al cash back. Si mi tirada fuera financiarme con la tarjeta de una forma que sí me genere intereses, tendría también que estar bien informado sobre la tasa de cada una de mis tarjetas para elegir la mejor o incluso considerar un crédito de nómina o personal que pudiese tener una tasa de interés menor.

Luego sigue la tarjeta de servicios; sí la llevaría en caso de tenerla, pero no abandonaría mi tarjeta de crédito, pues hay establecimientos en donde puede que no las acepten.

Cuando sí hay que dejar guardada las tarjetas que tienen una línea de crédito, es cuando la dejemos de usar como un método de pago y la empecemos a usar para vivir de ella. No hay que vivir de la tarjeta de crédito, su propósito no es ese. Vivir de la línea de crédito aumenta los riesgos de incumplimiento de pago futuros, sino se pagan los mínimos a tiempo se generan intereses y la deuda crece. De tener una tarjeta en problemas lo mejor sería rehacer el presupuesto individual o familiar para cortar gastos, abonar así mayores cantidades a la deuda de la tarjeta hasta volver a domarla. Si fuera difícil hacerlo, me acercaría al emisor de la deuda para buscar una solución que me permita pagar mi deuda sin quebranto con mensualidades más cómodas: la reestructura.

Cuando se reestructura una tarjeta, la tarjeta se congela para que el usuario no puede seguir incrementando la deuda; el chiste es que tome control de sus finanzas para bajar la deuda que ya tiene. Si se reestructura un crédito se pondrá una clave de observación que lo señale en el Reporte de Crédito de Buró de Crédito, pero mientras el cliente siga pagando bien, en su histórico de pagos seguirá apareciendo como un pagador puntual y como logrará pagar toda su deuda no generará un quebranto para la institución que le confió la línea de crédito.

Así tendrán certidumbre de que lo podrán pagar sin problemas y podrán usar las líneas a donde quiera que vayan sin dejarlas en casa.

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