Cuando se trata de invertir, muchas personas son atraídas por el encanto de las nuevas tendencias y las oportunidades de inversión llamativas y riesgosas. Las criptomonedas, con sus oscilaciones de precios y su ruido mediático, acaparan la atención de muchos principiantes sin experiencia previa. Sin embargo, en la búsqueda del crecimiento financiero y la estabilidad, yo prefiero resistir la tentación de lo emocionante y mejor centrarme en lo verdaderamente importante: diversificación, largo plazo y bajo costo. La emoción no debería ser una característica de nuestras inversiones, para eso está el casino.
Es verdad que es parte de la naturaleza humana buscar emoción y más ahora donde queremos compartir toda nuestra vida en redes sociales. Es cierto, comprar acciones de empresas del S&P BMV/IPC o bonos del Tesoro de los Estados Unidos no genera muchos likes. Por otro lado, también buscamos siempre la gratificación inmediata en todo, no por nada el boom del e-commerce, y el potencial de ganancias rápidas en nuestras inversiones es muy tentador, por todo lo que podríamos comprar, viajar, hacer y compartir con esas ganancias.

Por ejemplo, las criptomonedas, las acciones meme y otros activos especulativos pueden ofrecer esas emociones con movimientos de precios rápidos que cautivan la atención. Sin embargo, es importante recordar que la emoción no siempre equivale a la rentabilidad a largo plazo. Estas inversiones no son para todos, pues a menudo implican mayores riesgos, volatilidad e incertidumbre, lo que las hace inadecuadas para inversionistas sin experiencia o que solamente buscamos un buen retiro, comprar una casa o ahorrar para la educación de los hijos.
En lugar de perseguir tendencias llamativas, yo priorizo la creación de una cartera tradicional o incluso aburrida que gire en torno a activos probados en el tiempo, como acciones y bonos. Las inversiones en empresas públicas con fundamentos sólidos y un historial de crecimiento constante pueden proporcionar rendimientos constantes a largo plazo. Los bonos, por otro lado, ofrecen estabilidad e ingresos a través del pago regular de intereses. Al centrarse en estos vehículos de inversión tradicionales, podemos mitigar el riesgo y lograr resultados más predecibles. ¿Predictibilidad en el dinero que obtendré con mis inversiones? No suena mal.
La inversión exitosa requiere un cambio de mentalidad de ganancias a corto plazo a objetivos a largo plazo. Algo que, en México, nos cuesta y mucho. Si bien las inversiones emocionantes pueden ofrecer una euforia de corta duración, el costo puede ser bastante alto. No está mal y no está prohibido invertir en criptomonedas o activos menos tradicionales, pero estos no deberían ser el centro de nuestra cartera o el activo más importante.
Una cartera tradicional, que pudiera sonar aburrida, que enfatiza la paciencia y tiene como estrategia mantener el rumbo y no hacer caso del ruido externo tiene más probabilidades de proporcionar un crecimiento constante y confiable a lo largo del tiempo.

Además, invertir en una cartera aburrida también significa mantener los costos bajos. Las tarifas, comisiones y gastos asociados con productos de inversión complejos pueden erosionar significativamente los rendimientos. Al centrarse en fondos indexados de bajo costo o fondos cotizados en bolsa (ETF) que replican índices de mercado, los inversionistas podemos minimizar los costos y mejorar el rendimiento general. Además, un enfoque a largo plazo reduce la necesidad de compras y ventas frecuentes. ¿Quién tiene tiempo hoy de estar viendo diariamente el precio de sus inversiones y calcular cuándo entrar o salir?
Las inversiones no deben estar impulsadas por la búsqueda de la emoción o la última tendencia. Deben basarse en una estrategia a largo plazo y de bajo costo que priorice la estabilidad y el crecimiento constante. Crear una cartera aburrida basada en acciones y bonos nos permite a los inversionistas alinear nuestras inversiones con nuestros objetivos financieros y tolerancia al riesgo. Al resistir el atractivo de las ganancias a corto plazo y centrarse en la creación de riqueza a largo plazo, las personas podemos mejorar nuestras posibilidades de lograr el éxito financiero.
Por: Alejandro Sampedro, director de Comunicación Financiera en LLYC México