La falta de planeación en torno a escenarios es una debilidad arraigada en las empresas mexicanas, que no puede darse con tanta holgura durante un 2023 que se vislumbra atípico desde sus primeros días.
Por sí sólo, el año empezó siendo azotado por condiciones ambientales extremas y no tengo duda que será recordado por las decisiones de política monetaria para enfrentar el entorno inflacionario a nivel global. Por si fuera poco, antes de comenzar el año, éste mismo ya había sido enmarcado con previsiones de bajo crecimiento y temores de “recesión” que han empezado a causar estragos con la eliminación de puestos de trabajo en empresas muy reconocidas de distintas industrias.

Cuando hace un par de años las restricciones ocasionadas por la pandemia del Covid-19, que no podemos dar por terminada, pusieron en aprietos a los mercados financieros y aumentaron la volatilidad de los mismos, afectando los planes de negocios de muchas empresas, sus cadenas de suministro, los flujos de efectivo, la liquidez y el crédito, creíamos que uno de los principales aprendizajes que dejaría esta experiencia sería fomentar una cultura de prevención o administración de riesgos en las tesorerías mexicanas bajo la construcción de supuestos y sus impactos potenciales.
Si bien hay avances relevantes en la administración de riesgos en el país, en donde en los últimos tres años, nosotros hemos visto eficiencias en las tesorerías por cerca de 3 mil millones de pesos y en el último año por más de 400 millones, consecuencia de nuestra operación, aún perdura poca previsión en las pequeñas y medianas empresas que suelen ser renuentes a mitigar riesgos de mercado a través de derivados/coberturas financieras, más por una falta de planeación en función de supuestos.
En pleno contexto de alta inflación que se mantiene, tasas de referencia en récord históricos y eventos geopolíticos por delante que pueden desencadenar marcada volatilidad, los encargados de los engranajes de las empresas no están recordando los aprendizajes pasados y mucho menos cubriendo subyacentes de mercado de cara al primer trimestre del 2023.
De tal modo que vemos que los planes de inicio de año se están quedando en crear un presupuesto o una hoja de ruta que se limita a contemplar o responder, ¿Cuánto es lo que se espera pagar, comprar, vender, qué tipo de cambio se debe tener?, pero no toma en cuenta los movimientos que hay alrededor de todas las variables económicas que impactan a sus empresas y a su operación.
Una de las cosas que tenemos que aprender a hacer tras todo el aprendizaje ocasionado por un choque como el del Covid-19 es empezar a pensar en términos de escenarios y como siguiente paso, cómo cubrimos o mitigamos los mismos. En ese sentido estamos apoyando al reconocimiento de esos impactos a través una asesoría cercana que identifique y sensibilice sobre estos eventos.
El instrumento y la estrategia ideal de cobertura debe ser analizada para cada empresa, pero en general se recomienda que sea sobre activos que impacten la utilidad. Además, no sugerimos cubrir el 100% de la exposición de riesgo, sino solamente entre un 40% y 80% de sus necesidades, dependiendo del activo. Así mismo los plazos de cobertura no deben ser mayores al ciclo de cobranza o pago.

Recopilando lo que debieran estar viendo las empresas durante este año, uno de los escenarios que más nos ocupa y preocupa en estos momentos, es el impacto que va a tener sobre las empresas la decisión del presupuesto federal de incrementar en 15% la recaudación de ISR en medio de un déficit fiscal público que no se veía desde 1994.
Esta situación vislumbra una recaudación más vigilada, en medio de la urgencia por seguir gastando por parte de la administración federal, que permeará en la generación de flujo de efectivo y el manejo de liquidez de las empresas, sobre todo en aquellas que de alguna manera tienen estrategias fiscales que las habían contenido.
No menos relevante, no podemos dejar de recordar que nuestra moneda tiene una fuerte influencia de los acontecimientos mundiales, por ser una moneda de alta transacción; y a pesar de que hay muchos factores que se están alineando a favor de la moneda nacional que no la han ensombrecido pesa la elevada incertidumbre mundial y nacional, de tal forma que no debemos olvidar que el tipo de cambio es una válvula de escape que se vuelve en un repositorio de todo lo que pasa adentro y afuera de un país.
Por: Nicolás Corona Eguiarte, director cambiario y de derivados en CDMX de Grupo Financiero BASE