Las soluciones de inversión sostenible en el mercado de renta fija han evolucionado rápidamente en la última década. Los bonos verdes fueron los pioneros en este mercado cuyo origen se remonta a 2007, cuando el Banco Europeo de Inversiones emitió un bono por €600 millones para financiar proyectos en materia de energía renovable y eficiencia energética.
A diferencia de los bonos convencionales, los recursos provenientes de la emisión de bonos verdes deben ser aplicados exclusivamente para financiar proyectos que generen beneficios ambientales claros y específicos. En México, para que un bono pueda ser considerado verde, este debe cumplir con los Principios de Bonos Verdes MX, emitidos por el Consejo Consultivo de Finanzas Climáticas. El primer bono verde mexicano fue colocado en 2015 por Nacional Financiera para financiar un portafolio de nueve parques eólicos ubicados en Oaxaca, Nuevo León y Baja California.

En el mundo cada vez se da mayor importancia a las inversiones sostenibles. Las emisiones de bonos verdes a nivel global ya rebasan el valor de US$1.3 billones, cifra que equivale al PIB de México. Durante el 2021, México alcanzó un máximo histórico con la colocación de 12 bonos verdes. A pesar de este explosivo crecimiento, la demanda de bonos verdes ha excedido la oferta. Ello ha ocasionado que en México los bonos verdes muchas veces se emitan a un precio mayor que los bonos comunes comparables, es decir, los inversionistas están dispuestos a aceptar rendimientos ligeramente inferiores por tratarse de bonos verdes.
En este sentido pareciera que esta prima por ser verde es en realidad una prima de escasez, ya que refleja una alta demanda por una clase de activo que no está creciendo lo suficientemente rápido. En nuestra opinión, habrá un límite en esta “prima verde”, pues desde el punto de vista financiero los bonos verdes tienen las mismas características que los bonos convencionales, excepto por el uso de los fondos recaudados. Por ello, creemos que la prima verde irá disminuyendo a medida que aumente la emisión de este tipo de bonos.
Por otro lado, aunque todavía no se tiene suficiente información sobre el comportamiento de los bonos verdes durante recesiones, podría esperarse que estos fueran más defensivos en caso de una venta masiva del mercado. Esto se explica porque los principales tenedores de estos bonos suelen tener un horizonte de inversión de largo plazo e inclinarse a mantener posiciones. Sin embargo, si ocurriera un evento de crédito específico de la empresa, es poco probable que los bonos verdes reaccionaran de manera distinta a los bonos convencionales.

Cuando un inversionista decide elegir los bonos individuales que considera tendrán mejor comportamiento en el futuro, invierte activamente. En cambio, cuando el objetivo del inversionista es replicar el rendimiento de un índice compuesto por bonos verdes, invierte pasivamente. La aparición de índices de bonos verdes ofrece la oportunidad de invertir en una cartera de bonos verdes a través de fondos o ETFs. El primer ETF de bonos verdes se lanzó en marzo de 2017 y replica el S&P Green Bond Index.
El desarrollo de energía renovable para cumplir con los objetivos de descarbonización requerirá de billones de dólares de inversión. En este contexto, los bonos verdes desempeñan un papel crucial en el financiamiento de la transición hacia una economía global más sustentable.
Por: Gabriela Soni, Chief Investment Officer UBS Wealth Management Mexico