“Solo cuando baja la marea descubres quienes estaban nadando desnudos”. La famosa metáfora del inversor legendario, Warren Buffett se utiliza a menudo para describir el impacto de los ciclos monetarios globales sobre los mercados financieros, en particular los emergentes. La marea alta representa periodos de alta liquidez global caracterizados por bajas tasas de interés y abundancia de crédito. La marea baja ilustra las condiciones opuestas.
Históricamente, las debilidades y desequilibrios macroeconómicos de los países emergentes son ignorados por los inversores globales en la parte alta de los ciclos de liquidez global. Lamentablemente, estas vulnerabilidades adquieren gran relevancia y los participantes de los mercados huyen con gran prisa de estos mercados cuando la liquidez global disminuye. Esto causa crisis de monedas y bancarias.
Muchos de los problemas históricos de los países emergentes se asocian con alzas en tasas de interés en EUA. La crisis de la deuda que comenzó en 1982 estuvo vinculada a las medidas del entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, para controlar la inflación en 1980-1981; la llamada crisis del Tequila en México fue en parte provocada por el aumento de tasas de interés de la Fed a partir de febrero de 1994; la crisis financiera asiática de 1997 ocurrió cuando las tasas de interés en los Estados Unidos subieron y la liquidez proveniente de Japón se agotó a raíz de que el Banco de Japón subió las tasas de interés a principios de los años 90. El ciclo de alzas de la Fed que precedió a la caída del mercado «.com» en 2000, y la Crisis Financiera Global de 2008 no se originaron en las economías emergentes, pero aun así la búsqueda de lugares seguros para el capital afectó sus mercados financieros de manera muy negativa.

La relación entre los mercados emergentes y la política monetaria en las economías desarrolladas es de nuevo relevante, ya que ha quedado claro que la inflación en los Estados Unidos y Europa (y en la mayor parte del mundo) está muy por encima de lo deseado. La Fed, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra, entre otros, han comenzado lo que podría ser un periodo de contracción monetaria que puede durar varios años. Dado que han pasado más de quince años desde el último ciclo de ajuste monetario global significativo, es pertinente preguntarse, ¿cómo los mercados financieros y la economía han cambiado en México? y evaluar si estos cambios implican mayores o menores vulnerabilidades que en el pasado.
Las buenas noticias son que la vulnerabilidad a shocks externos de la economía mexicana ha disminuido y esto explica en buena medida la fortaleza observada en el peso mexicano durante los periodos recientes de volatilidad financiera global causada por el aumento de tasa de interés en EU. A considerar:
- Las reservas internacionales en el Banco de México (Banxico) son mucho más grandes en relación con las obligaciones del Estado en dólares. Dichas reservas en el año 2000 eran $34,000 millones, suficientes para cubrir 40% de la deuda externa del sector público de $84,000 millones. En contraste, las reservas en 2021 de $209,000 millones cubren el 162% de la deuda externa del sector público de $129,000 millones. Esto deja amplio margen para el servicio de la deuda aún a tasas más altas, e inhibe ataques especulativos sobre la moneda.
- El flujo de divisas por remesas de trabajadores en EU ha aumentado 10X en 21 años, pasando de $4,900 millones, o 0.6% del PIB, a $51,000 millones en 2021, o 4% del PIB en 2021. Además, estos importantes flujos de divisas son relativamente estables durante el ciclo económico, como se vio durante la recesión global causada por el COVID en 2020. Es poco probable que las remesas sean significativamente afectadas por el aumento esperado de tasas de interés en EU o aún una recesión moderada en ese país.
- Banxico ha reaccionado a la inflación en México antes y más contundentemente que la Fed. Después de nueve aumentos, comenzando en junio de 2021, la tasa de interés del Banco de México se sitúa a 7.75%. La Fed por su parte comenzó a subir tasa de interés apenas en marzo de 2022, llegando a la tasa actual de 1.75%. Dado que la inflación en ambos países es similar (como pocas veces en la historia) alrededor de 8-9% anual, el premio a invertir en pesos mexicanos es muy superior al de invertir en dólares, lo que contribuye a la demanda por el peso.
- Finalmente, a pesar de no haber dado resultados positivos, el desempeño del mercado de acciones de México ha superado en 2021 y lo que va de 2022 al promedio global y al de los mercados emergentes. Esto se debe en parte a la fortaleza relativa del peso y en parte a la composición sectorial de carácter defensivo de la Bolsa. La mitad de la capitalización está representada por tres compañías: una telefónica, una de consumo básico y un banco. Esta composición no ha cambiado significativamente en los últimos 20 años, reteniendo su carácter defensivo.
Mirando hacia adelante es probable que el escenario externo se complique para México. Los aumentos esperados de tasas de interés en EU pueden continuar aún después de que Banxico termine de aumentar las propias. Esto reduciría el premio que beneficia al peso. Hay también una probabilidad importante de que una recesión en EU sea al final el único antídoto contra su alta inflación. Esto podría empeorar las ya de por sí bajas perspectivas de crecimiento de México este año y el venidero. Sin embargo, a nuestro ver, el mejor blindaje ante shocks externos comparado con su pasado hace que el reto importante para México sea más el crecimiento económico y menos la inestabilidad financiera o cambiaria.

Para el peso mexicano se ha sumado un escenario de riesgo, y es que el gobierno mexicano rompa los acuerdos del T-MEC en materia energética lo cual podría impactar negativamente a la divisa.
Por: Jorge Mariscal, profesor Adjunto, School of International and Public Affairs of Columbia University