Siempre que planeamos contratar un servicio financiero, sobre todo de inversión, surge la duda, ¿obtendré los rendimientos esperados en mi horizonte de inversión? ¿Si invierto y ganó los rendimientos que supuestamente necesito, me alcanzará realmente para lograr lo que quiero? Estas preguntas son recurrentes en la cabeza de cualquier inversionista al momento de poner a trabajar su dinero, ya que nadie tiene una bola de cristal para saber exactamente qué soluciones garantizarán los retornos esperados. Incluso el invertir en renta fija, no garantiza las ganancias esperadas a largo plazo.

Ante esta problemática, una de las soluciones es diversificar el portafolio para así disminuir el riesgo y alcanzar más fácilmente los objetivos trazados, ya que la correlación entre acciones puede afectar o beneficiar las ganancias en el mediano o largo plazo. La correlación tiende a incrementar durante periodos de estrés en el Mercado, haciendo que la diversificación de un portafolio sea difícil de encontrar cuando los inversores más lo necesitan.
Este patrón se mantuvo a principios de 2020, ya que muchas de las principales clases de activos (excepto los bonos de alta calidad y el efectivo) se movieron en tándem durante la recesión del Mercado provocada por el coronavirus. Y durante los últimos 20 años, las correlaciones han aumentado para varias clases de activos, incluidos los productos básicos, los bonos corporativos, los bonos globales, los bonos de alto rendimiento, los REIT y los valores del Tesoro de Estados Unidos protegidos contra la inflación.

Es imposible predecir qué va a pasar en los mercados en un futuro próximo, la única seguridad que tenemos es que siempre va a existir volatilidad en los mismos y los sucesos inesperados pueden representar una oportunidad, pero también una pérdida a corto plazo. Por esta razón, algo que podemos asegurar es que la diversificación asesorada entre renta fija y renta variable, a través de instrumentos de confianza, nos puede dar mayor estabilidad y seguridad de que nuestro patrimonio no corre riesgo.

Esta puede ser una solución que suene a lo que nuestros abuelos hubieran hecho, y con cierta razón, ya que así se asegura una parte del retorno patrimonial al mismo tiempo que nos aventuramos en el Mercado por rendimientos más atractivos.
En general, los seguros de vida, de ahorro o de inversión funcionan para lograr esta diversificación y aportar beneficios adicionales; ya que se invierte mes con mes una cuota fija con la aseguradora y esta ofrece un rendimiento más estable en el tiempo -a diferencia de invertir en otras opciones- también da protección durante el plazo y a la sobrevivencia de esta, se paga la suma asegurada contratada.
Así, por una parte, se puede tener una cartera asegurada a cierto rendimiento y, por otro lado, el plazo en el que se invierta ese rendimiento futuro queda asegurado para nuestros seres queridos en caso de fallecimiento o accidentes graves. Además de que las ganancias que ofrece el seguro de vida son mayores que las que se podrían encontrar en un banco o instituciones similares.
¿Cómo incorporar un seguro de vida en la estrategia y planificación de inversión?
Una de las soluciones más atractivas del mercado, es la solución que ofrece MAPFRE con su Plan de Ahorro Mixto, el cual está orientado a otorgar protección por fallecimiento durante el plazo elegido y al sobrevivir a la vigencia contratada, se paga el 100% de la Suma Asegurada. Además de coberturas contra accidentes, servicios funerarios, Invalidez Total y Permanente, Enfermedades graves, etc.
Con esto podremos diversificar nuestras inversiones a activos de menor riesgo, además de asegurar parte de los rendimientos objetivo dentro del plazo de inversión en caso de que se presente alguna eventualidad. Además, MAPFRE ofrece diferentes soluciones personalizadas para que los inversionistas puedan diversificar en productos con ofertas atractivas en cuanto a rendimientos.
Por: Daniela Becerril, directora Comercial de Vida y Salud de MAPFRE