En el lado positivo, las principales métricas de deuda pública se mantuvieron estables, en donde destaca una reducción de la deuda externa como porcentaje del PIB, como efecto de la relativa estabilidad del Peso durante el año. Del lado de los ingresos, estos presentaron un mejor dinamismo, en línea con el repunte de la economía en su conjunto; no obstante, en el lado menos optimista, el continuo deterioro de las expectativas de crecimiento de corto y mediano plazo podrían presionar las principales métricas de deuda y los balances en el futuro.

Enfatizando en las métricas de deuda, sobresale que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), el cual es la medida más amplia con la que se mide la deuda, mostró una disminución como porcentaje del PIB, al ubicarse en 50.1% respecto al 51.7% observado al cierre de 2020. Un dato positivo fue que el Saldo Histórico resultó inferior a lo estimado en los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) de 2022, traduciéndose en que el nivel de endeudamiento fue menor al planteado por Hacienda. Esta disminución se explica en parte por el efecto de la recuperación de la actividad económica durante el año, que con base en la Estimación Oportuna (EO) del PIB fue de 5.0% anual, posterior de la contracción observada en 2020 (-8.4% anual), consecuencia del efecto más severo por el impacto de la pandemia.
Por parte de la deuda neta presupuestaria, esta también mostró buenos resultados tras presentar una disminución como porcentaje del PIB de 1.8 puntos porcentuales (pp). Al excluir los pasivos pensionarios del Gobierno Federal, CFE, ISSSTE y el SAR, estimamos que la deuda soberana disminuyó en 1.7pp para finalizar en 46.1% respecto al 47.7% al cierre de 2020. Del lado de los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) estos reflejaron una reducción como proporción del PIB respecto al cierre de 2020 (3.81% actual vs. 3.95% anterior).
Otro dato relevante es que Pemex reflejó un superávit de P$65.3 mil millones (mm), como resultado del incremento en el precio internacional del petróleo crudo y, por ende, de la mezcla mexicana de exportación que, al cierre de 2021, tuvo un aumento en su precio de 51.2%, al haber cerrado el año en 71.29 dólares por barril (dpb) versus 47.16dpb al cierre de 2020. Asimismo, se observaron mayores ventas de bienes y servicios y un moderado incremento en la plataforma de producción de petróleo crudo que registró una producción promedio de 1,687mbd, incluyendo la producción con socios. Adicionalmente, las aportaciones patrimoniales efectuadas por el Gobierno Federal para fortalecer la posición financiera de Pemex y continuar con los proyectos de infraestructura de la refinería Dos Bocas mostraron un efecto positivo en el superávit.
Pasando al balance primario del sector presupuestario, que registra las diferencias entre los ingresos y gastos que excluyen el costo financiero y los pasivos garantizados por el Gobierno Federal, este reflejó un déficit de P$71.9mm, contrastando con el superávit acumulado en 2020 por P$29.7mm. Lo anterior se encontró relacionado con el mayor gasto por parte del Gobierno Federal y que fue posible gracias al aumento en los ingresos totales respecto al programado.
Dentro de la evolución del presupuesto, los ingresos totales reflejaron un mejor dinamismo respecto a lo anticipado en la Ley de Ingresos de la Federación de 2021, con un aumento absoluto de P$422mm, que fue impulsado por el notable crecimiento de los ingresos petroleros y en menor medida de los no petroleros, aunque estos últimos mostraron un desempeño heterogéneo entre sus sectores.
Del lado de los ingresos no petroleros destacamos que la política fiscal que ha implementado el actual gobierno en contra de la evasión fiscal ha resultado en una mayor recaudación, particularmente en el IVA y el ISR, mientras que el incremento en el precio internacional del petróleo crudo benefició la recaudación de los ingresos petroleros.

El gasto total reflejó un incremento real anual de 6.2%. Como proporción del PIB este se ubicó en 25.7%, en línea con las estimaciones de los CGPE. Adicionalmente, se observa que el gasto corriente se situó en 11.3% del PIB, como resultado del incremento en los subsidios y transferencias. Por parte del gasto de capital, este mostró un importante aumentó de 36.0% real anual. No obstante, sobresale que este aumento fue resultado del rubro de inversión financiera que logró ubicarse en 1.4% del PIB por encima del 0.5% y 0.7% de los dos años anteriores. En contraste, las erogaciones destinadas a la inversión física cayeron en 11.4% real anual, por lo que representó el 1.4% del PIB, una reducción de 30pb respecto al 2020 y es justamente en la disminución en el gasto de la inversión física donde más se ve reflejado el deterioro de la inversión productiva.
Del lado del gasto no programable, este aumentó 1.8% real debido a las mayores transferencias a los estados por medio de las participaciones que alcanzaron un alza de 2.9% real vs. 2020, lo que a su vez fue efecto de los mayores ingresos. Por su parte, el costo financiero en términos del PIB implicó una reducción de 20pb para colocarse en 3.5% del PIB. Finalmente, a nivel presupuestario, el gasto en pensiones aumentó en 2.9% real anual alcanzando el monto de P$1,048.4mm, equivalente al 4.0% del PIB, en línea con lo estimado en los CGPE 2022. Destacamos que la tendencia creciente del rubro de pensiones y jubilaciones continuará implicando presiones sobres las finanzas públicas en los próximos años, acotando el espacio presupuestal.
Con base en los datos mencionados, es importante notar que el déficit presupuestario se ubicó en 2.9% del PIB, dato que se encontró por segundo año consecutivo por encima del 2.0% establecido en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria en su artículo 17. No obstante, destacamos que el dato al cierre fue menor al estimado en los CGPE 2022 para el cierre de 2021 (3.2% del PIB).
De cara al 2022, las finanzas públicas en México enfrentarán grandes retos. De persistir la debilidad económica que hemos observado desde 2019, México terminaría de recuperarse del impacto de la pandemia y de la debilidad de más largo plazo en la inversión, hacia finales de 2023 o inicios del 2024, por lo menos un año más tarde de lo que inicialmente habíamos anticipado. Esto incidiría en el nivel de recaudación, particularmente en los ingresos tributarios con implicaciones restrictivas en el nivel de gasto. Adicionalmente hay que considerar que México enfrentará una restricción monetaria mayor y que los mercados financieros nacionales estarán sujetos a más volatilidad a raíz de los ajustes en las posturas monetarias de los principales bancos centrales de las economías desarrolladas, principalmente por los movimientos anticipados por la Reserva Federal (Fed), lo que podría incidir negativamente sobre los flujos de inversión que llegan a México. En línea con estas perspectivas, el Fondo Monetario Internacional mencionó que los tres grandes retos que deben afrontar simultáneamente los países de la región de América Latina en 2022 son: garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas, aumentar el potencial crecimiento y promover la cohesión social resolviendo las desigualdades sociales. El panorama no se ve sencillo, pero consideramos que la prudencia fiscal con la que se han manejado las finanzas públicas en México podría ser un viento a favor en momentos de turbulencias.
Por: Departamento de análisis de HR Ratings
*Este análisis no representa una recomendación de inversión.