La pandemia por el nuevo coronavirus ha urgido a las corporaciones a escala global a innovar y acelerar sus estrategias de sostenibilidad en sus tres ejes. El confinamiento ha replanteado las estrategias de apoyo social y comunitario bajo nuevas dinámicas y necesidades; al igual que se ha hecho más visible la necesidad de cumplir con los Acuerdos de París para combatir el cambio climático.
Los propósitos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) son parte de la agenda de compañías de todos tamaños y de los gobiernos. La nueva administración en Estados Unidos, bajo el liderazgo de Joe Biden, ha puesto de nuevo sobre la mesa objetivos claros para transitar completamente a energías limpias y eliminar la emisión de gases de efecto invernadero.

Bajo esta coyuntura, es vital recordar dónde y cómo surgieron las inversiones ESG. Si bien a lo largo del siglo pasado nacieron movimientos en contra de artículos o productos considerados en su momento nocivos para el ambiente o la sociedad, no fue sino hasta 2004 que surgió el término ESG bajo una propuesta integral de trabajo de Kofi Annan, entonces secretario de las Naciones Unidas.
La organización, en colaboración con el Banco Mundial, el gobierno de Suiza, el IFC y más de 20 instituciones financieras, sentó las bases para integrar propositivos ambientales, sociales y de gobernanza a las estrategias de inversión en el documento Who Cares Wins. El documento fue la punta de lanza de un sinnúmero de investigaciones y análisis en torno a la rentabilidad económica por incorporar estrategias ESG, dando como resultado una amplia oferta de productos financieros etiquetados.

En 2006 nació la iniciativa Principles for Responsible Investment (PRI) en Estados Unidos, basada en seis principios y acciones que permiten incorporar temas ESG a las prácticas de inversión, con la visión de crear valor de largo plazo para los inversionistas. Hoy no hay duda de que aquellas empresas comprometidas con estrategias ESG son preferidas en los mercados y han dado pie a la creación de productos indexados, surgimiento de bonos verdes, sustentables y sociales.
El cambio climático y las acciones sociales son un valor cualitativo bien valorado por los inversionistas. De acuerdo con el Forum for Sustainable and Responsable Investment (US SIF), el 26% de los activos manejados por profesionales en Estados Unidos correspondieron a firmas con propósitos ESG, sumando alrededor de 12 billones de dólares.
Las inversiones en activos ESG crecieron 38% entre 2006 y 2018, donde las actividades más valoradas fueron la responsabilidad corporativa y social, así como el cuidado del medio ambiente enfocado al cambio climático.
La sostenibilidad es parte del ADN de Grupo BMV y en 2011 se creó el primer índice sustentable de compañías mexicanas y hoy, a una década de su nacimiento, la oferta de este tipo de productos en el mercado mexicano es mucho más amplia y robusta.

En junio de 2020 se lanzó el índice S&P/BMV Total México ESG, conformado por 29 empresas que cumplen con objetivos ambientales, sociales y de gobernanza. También hemos sido impulsores en la creación de bonos verdes, sustentables y sociales, financiando con más de $50 mil millones de pesos a más de 10 empresas e instituciones. De igual modo, en el Mercado Global se listaron siete ETFs sostenibles en 2020 ante un creciente apetito por parte de los inversionistas.
Las inversiones ESG serán uno de los temas más relevantes en las agendas financieras en la era post COVID-19, y su consolidación y sofisticación continuará alrededor del mundo.
Por: Comunicación Corporativa
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