A poco más de un año de que se detectó el primer caso de COVID-19 en la ciudad de Wuhan en China, los efectos económicos de la pandemia provocada por este coronavirus siguen siendo de proporciones mayúsculas, no vistas desde la crisis de la década de 1930. En general, se registró un desplome de la actividad económica durante el segundo trimestre del año, provocado por las medidas de distanciamiento social implementadas por las autoridades de varios gobiernos. Así mismo, se presentó un fuerte choque en los mercados financieros que originó desbalances importantes en las cotizaciones de algunos productos.

Durante el tercer trimestre del año, inició la recuperación principalmente ante la reapertura de diversas actividades productivas. Sin embargo, esto ha sido heterogéneo entre países y, recientemente, se ha desacelerado el ritmo de crecimiento observado entre mayo y junio, con lo que la economía global está aún lejos de alcanzar los niveles previos a la pandemia. Con ello, diversos organismos multilaterales siguen anticipando una fuerte contracción del PIB para 2020, aunque recientemente revisaron al alza sus expectativas, ya que en el segundo trimestre la contracción fue menor a la anticipada. Del mismo modo, las expectativas para 2021 continúan previendo una gradual recuperación, ligeramente menor a la prevista inicialmente.
En este sentido, si bien las perspectivas a corto plazo siguen siendo inciertas, las expectativas sobre la actividad económica han mejorado, con noticias alentadoras sobre el progreso en el desarrollo de una vacuna eficaz contra el coronavirus.
No obstante, durante el cuarto trimestre del año, el incremento acelerado de los brotes de virus en diversas latitudes y las medidas de contención que se están reintroduciendo para frenar el avance, han propiciado nuevas caídas de la producción, particularmente en muchos países europeos. En este sentido, es probable que este patrón persista durante algún tiempo, dados los importantes desafíos en la producción y de logística que implica la distribución de una vacuna en todo el mundo.

De acuerdo con la OCDE, bajo el supuesto de que los nuevos brotes de virus se mantengan contenidos y que se tenga una amplia disponibilidad de la vacuna hacia finales de 2021, se prevé que el PIB mundial aumentará alrededor del 4.25% en 2021 y 3.75% en 2022. Con lo que, para fines de 2021, la economía global estaría en los niveles anteriores a la crisis, ayudada principalmente por la fuerte recuperación de China.
Sin embargo, el desempeño diferiría notablemente entre las principales economías. Las perspectivas serían más alentadoras si el desarrollo y la distribución de una vacuna eficaz redujera la incertidumbre y la necesidad de ahorrar de forma precautoria. Esto fortalecería el camino hacia una recuperación más sólida, especialmente en 2022, y una recuperación más sostenida de la inversión y el gasto de los consumidores. Mientras persista la crisis sanitaria y no se tenga la certeza de cuándo se reestablecerá la capacidad utilizada de la economía, los gobiernos deberán reaccionar si la recuperación se tambalea implementando más políticas de estímulo, las cuales deberán desempeñar un papel fundamental en el apoyo a la recuperación.

Por: Janneth Quiroz, Subdirectora de análisis económico de Grupo Financiero Monex
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