En 2019, el Banco de México (Banxico) celebra 25 años de autonomía, en medio de un entorno en el cual sus decisiones de política monetaria y sus opiniones sobre el desempeño de la economía han sido criticadas, incluso por funcionarios del gobierno federal.
Este Instituto, el cual rige la política monetaria en nuestro país, tiene como mandato prioritario el procurar la estabilidad de precios en la economía (Artículo 2º Ley del Banco de México). El cumplimiento del mismo genera distintos beneficios para la sociedad, por ejemplo, que el crecimiento de la inflación se mantenga “controlado” ayuda a que el poder adquisitivo de los hogares no disminuya con el tiempo.
Para que los precios sean estables, los bancos centrales cuentan con diferentes herramientas de política monetaria, siendo la determinación de la tasa de interés objetivo la más común. En condiciones “normales”, cuando la actividad económica se acelera (desacelera) por encima (debajo) de su nivel natural, la inflación tiende a presionarse al alza (baja). Para evitar que los precios se descontrolen, el Instituto sube (recorta) la tasa de interés objetivo, generando así que la actividad económica y los precios se moderen (reactiven).
La magnitud de las alzas o bajas en las tasas de interés depende, entre otros factores, de la credibilidad que tiene la autoridad monetaria. Cuando un banco central tiene un alto grado de credibilidad, los cambios en las tasas de interés y su nivel en el largo plazo tienden a ser menores en relación a un escenario opuesto, en el cual no hay confianza en la capacidad de dicho organismo para cumplir su mandato; adicionalmente, un entorno de estabilidad de precios y tasas de interés relativamente menores también ayudan a que el crecimiento económico en el tiempo sea mayor y más estable, pues contribuye a un escenario favorable para las inversiones.
Un elemento que alimenta la credibilidad en un banco central es que se garantice legalmente (y en la práctica) la completa independencia de este respecto al gobierno central. Es por ello que cualquier intento de intromisión de funcionarios del gobierno central en las decisiones del Banxico genera preocupación.
Por: Alejandro Saldaña Brito, Economista en Jefe, Ve por más
