Es evidente poder ver como las confrontaciones internacionales entre Estados Unidos y otros países en el mundo como Japón, Europa, Canadá y México generan momentos de volatilidad en los mercados financieros, pero un encontronazo con una economía como China, este sí es de consideraciones mayúsculas y desestabilizadoras, a nivel mundial tendría un carácter de “cisne negro” por su improbable posibilidad; sin embargo, ya es algo palpable.
Solo por poner un ejemplo de las consecuencias de una guerra comercial, es sabido que una de las múltiples causas de la segunda guerra mundial fue tratar de quitar la paternidad productiva que poseía Reino Unido sobre Alemania y todos conocemos en qué termino dicha disputa, en esta ocasión no es de considerar algo similar, pero esto no quiere decir que pueda ser desde el punto de vista financiero algo mucho peor.
Pero ¿qué es una Guerra Comercial? Es aquella situación donde dos o más países adoptan medidas para restringir las importaciones del otro país, con el objetivo de proteger la industria local.
El pasado 1° de agosto hubo un anuncio del presidente de Estados Unidos (EE. UU) Donald Trump, de incrementar en un 10% adicional sus aranceles hacia China a partir del mes de septiembre, situación de la que aun esperamos el revés de los chinos en cuanto a esta amenaza.
El déficit comercial con China que tiene Estados unidos (Déficit = importaciones menos exportaciones), en la actualidad se ubica en US$375.000 millones, este número creció notablemente desde 2001, cuando China se incorporó a la Organización Mundial de Comercio y comenzó a mejorar de forma significativa su posición y sus relaciones con buena parte del mundo.
Desde un poco antes de esa fecha, la cultura china ha venido invirtiendo de manera significativa en la economía estadounidense, es decir, mientras China ahorra EUA les pide prestado a ellos para poder consumir productos justamente chinos, por lo cual es una relación simbiótica entre las dos economías más grandes del mundo, de las cuales depende el crecimiento de todas las demás economías a nivel internacional, ya que el mercado interno de los demás países no es tan considerable como el de los que se encuentran en esta disputa.
Sabemos que el comienzo de cualquier guerra comercial es un incremento en los aranceles a los productos importados y esto es algo antinatural en una era del libre comercio y los acuerdos comerciales que aun favorecen la entrada y salida de productos donde la única distinción es la calidad o el valor agregado de los bienes y servicios, una idea muy favorecida en cualquier parte del mundo, pero cuando existe una mano invisible que trata de proteger su economía con medidas y políticas, entonces deberíamos esperar una escalada de medidas destructivas comerciales, entre dichos países.
Los aranceles no son la única herramienta que se tienen en esta guerra comercial, también se pueden considerar los subsidios a los productores, que permite tener menores costos a los productores para abaratar sus productos en los mercados internacionales y verse favorecidos por una mucho mayor demanda de bienes y servicios y, existe una mucho más letal y rápida como lo puede ser una guerra de divisas, provocando debilidad en sus monedas, para fortalecer sus ventajas comparativas entre los países en guerra.
Sin embargo, la guerra de divisas puede desestabilizar a otras economías sin ni siquiera estar involucradas en el enfrentamiento comercial, ya que la economía internacional esta dolarizada y esto puede provocar desajustes importantes a los equilibrios macroeconómicos de los países.
Los tiempos no están para aguantar periodos largos de enfrentamientos comerciales, que muevan abruptamente los precios de los activos que se cotizan en los mercados financieros por lo cual podría ser algo que genere fuegos financieros en diversas partes del mundo.
México hoy en día, es una caja de pólvora y la pregunta es ¿Cómo podría afectar esta situación global a nuestro país?
Continuara….
