La decisión de política monetaria de la Reserva Federal de este miércoles será crucial para el restante de 2019. A medida que en meses recientes en el mundo se han combinado cifras de actividad económica más débiles y fuertes tensiones comerciales, el mercado ha reflejado un posicionamiento con apuestas muy altas sobre acciones de estímulo por parte del Fed en el corto plazo. Es decir, recortes a su tasa de interés tan pronto como el siguiente mes.
Utilizando los futuros de tasas norteamericanas, es posible cuantificar qué percibe el mercado en términos de la tasa de fondeo en EE.UU. hacia delante. Este cálculo actualmente revela inversionistas que esperan con una probabilidad implícita de 86% una baja de 25pb a los Fed Funds en la reunión del 31 de julio y un escenario con 59% de probabilidad para un recorte de 50pb acumulados para la reunión del 10 de septiembre.
En mi opinión, esta apreciación es excesiva. Si bien, en parte está validada por datos económicos en EE.UU. un tanto deslucidos, en términos amplios el crecimiento no ha mostrado signos de fractura tales que requieran la ejecución de políticas así de agresivas y en el tan corto plazo. Ciertamente, la inflación norteamericana no ha mostrado presiones relevantes, el consumo no es boyante y las manufacturas se han desacelerado. Sin embargo, a pesar de un último reporte laboral que vino ligeramente débil, la creación de empleo continúa mostrando un dinamismo sin dilución significativa. La presión salarial ha sido menor a la esperada pero debemos referimos hasta 1969 para encontrar una tasa de desempleo tan baja como la actual en 3.6%.
Ante este contexto, las últimas comunicaciones de los miembros del Fed han contribuido notoriamente a fortalecer el escenario descontado por el mercado. Su tono ha sido visiblemente más dovish (sesgado a favor de estímulo) destacando comentarios del Presidente Jerome Powell, quien puntualmente declaró que actuarán en caso de ser necesario para preservar la expansión.
Combinando los factores expuestos, pareciera que la guía del Fed ha sido más bien influida por el escalamiento de riesgos externos, particularmente los enfrentamientos comerciales, junto a una expectativa de mayor desaceleración en EE.UU. en los siguientes meses. Sobre este último punto, la inversión de la curva de rendimientos norteamericana —indicador no causal pero sí fuertemente predictivo sobre una recesión— se mantiene como una latente alerta respecto a los balances económicos para finales del siguiente año, capturando una probabilidad de recesión en 12 meses de acuerdo al Fed de Nueva York que hoy marca 30% desde 21% en diciembre. En este sentido, la idea de un recorte preventivo a modo de “seguro” por el Fed no es depreciable. Sin embargo, asignar los movimientos tan pronto como en 25pb para julio o 50pb para septiembre pareciera prematuro. En mi opinión aún existen incentivos para encontrar acuerdos en los diversos capítulos comerciales abiertos por EE.UU. Aquí será clave el desenlace de las reuniones que sostendrá el Presidente Trump con su homólogo chino Xi Jinping en el G20, con lo que en consecuencia, el espacio de maniobra del Fed estará condicionado al desarrollo de este enfrentamiento comercial. A su vez, vale la pena enfatizar el grado en el que el proceso electoral norteamericano estará sujeto a estabilidad en mercados y crecimiento económico. Bajo estos argumentos, considero que la Reserva Federal será sumamente prudente en el manejo de su conducción de política monetaria y estará, en términos coloquiales, “guardando sus balas” para ejecutar acciones de estímulo con mayor impacto.
*El autor es Estratega Senior de Tipo de Cambio de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan en esta columna no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad exclusiva del autor.
Por: Santiago Leal Singer, Estratega Senior de Tipo de Cambio Banorte
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