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La era de los coches rojos

Es importante contextualizar lo que venía ocurriendo en el corretaje de valores bajo la Regencia de Maximiliano de Habsburgo, que expidió una Ley Reglamentaria del Corretaje de Valores, misma que dio origen a un Colegio de Agentes de Negocios.

Los corredores autorizados, según estas disposiciones, podían intervenir en títulos de crédito público nacionales y extranjeros, documentos bancarios, acciones de toda clase y operaciones con valores endosables y al portador, metales preciosos amonedados o en pasta, e incluso, tenían el consentimiento para actuar como peritos contables. Para ejercer la actividad, se requería un título legal expedido por la Secretaría de Hacienda y debían prestar caución para cubrir ciertos requisitos.  Estos corredores debían llevar un registro de sus transacciones y tenían prohibido actuar por cuenta propia o pertenecer a los Consejos de Administración de las empresas emisoras.

Hacia 1880, al intensificarse el flujo de inversión extranjera y  con el surgimiento de empresas mineras e industriales, dotadas de los adelantos técnicos de la época, cobró auge el mercado accionario y aparecieron numerosos corredores improvisados y promotores de sociedades anónimas, muchas de ellas sin fundamentos confiables.

Las empresas mineras asombraron con utilidades fabulosas y la industria mostraba atractivos rendimientos en los ramos textil, del papel, jabón, vidrio y de la cerveza. Las acciones de los principales bancos tenían gran aceptación y el comercio, interior o de ultramar, mostraba prosperidad; en tanto que la élite social de México comenzaba a compartir a los extranjeros residentes el interés por participar en el mercado de valores.

A principios de los años ochenta, se formó un círculo de ingenieros de minas, empresarios de renombre e inversionistas mexicanos y extranjeros, por iniciativa del señor Emilio Trigueros, Secretario de la Compañía de Gas. Este grupo se reunía periódicamente en las oficinas del señor Trigueros, ubicadas, que según se cree, era en la calle de «Plateros», conocida al día de hoy como la calle «Madero», para estudiar títulos, examinar y formular escrituras y negociar las acciones recomendadas por los expertos.

Los cuantiosos rendimientos logrados en este centro minero despertaron el interés público y de numerosos corredores; quienes buscaron construir otros grupos o negociar libremente junto a las tiendas, zaguanes y patios de la segunda calle de Plateros. El ingenio de los promotores los llevó a utilizar coches rojos de dos caballos, cuyos conductores eran especialistas en atraer clientes y llevarlos con el respectivo agente o casa comisionista. En su mayoría se encontraban en la calle Cadena, donde además de acciones mineras se podían contratar fletes, importar maquinaria, seguros y diversos efectos de comercio.

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En Hablemos de Bolsa, traemos este dato histórico, con el fin de sumergirte en el contexto y de invitarte a conocer los inicios de la Bolsa de Valores.

Te invitamos a visitar el Museo de la Bolsa (MUBO), donde encontraras a detalle la historia del Mercado de Valores Mexicano.


1. Información obtenida del libro Cien Años de la Bolsa de Valores en México 1894-1994, mismo que tiene como base el acervo iconográfico, notas y testimonios del Sr. Ernesto Riveroll González y la participación de los colaboradores externos de la Dirección de Información y Estadística de la BMV.

Por: Comunicación Corporativa
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